Hacer una rápida sistematización de las respuestas dadas frente al COVID en los primeros meses de la pandemia tiene el doble objetivo de obtener elementos para afinar nuestra intervención durante el año, así como también reconocer el trabajo realizado por las instituciones aliadas, lo que en esta oportunidad incluye a las organizaciones de jóvenes que forman parte del Programa de Derechos de la Niñez y Adolescentes que Terre des Hommes Suisse desarrolla en Perú. Un elemento positivo de esta pandemia ha sido la forma casi inmediata en que los colectivos adolescentes se hicieron presentes, transparentando temores e incertidumbres, pero también solidaridad, capacidad de propuesta, asertividad y entusiasmo para hacernos caminar. Realmente un modelo a seguir en cuanto a resistencia al cambio. Un día los veíamos preocupados por la pérdida de trabajo de sus padres, pero en la tarde ya estaban participando en un webinar y planteando sus propuestas y dudas frente a la situación económica. Con nuestro acompañamiento se mantuvieron vinculados y activos en la escuela y con sus pares. En estos meses hemos innovado nuestros equipos en territorio y encontramos una renovada vitalidad en las y los adolescentes que han convertido el espacio virtual en un foro para vincularse en los ámbitos local, regional e internacional.
Toda crisis económica trae consigo una serie de impactos que afectan sobre todo a aquellas poblaciones que ya estaban siendo atravesadas por condiciones estructurales de vulnerabilidad. En este caso, el impacto de la pandemia del coronavirus ha afectado a millones de personas en el mundo, pero lo ha hecho con mayor énfasis en aquellas que ya eran discriminadas y violentadas por la pobreza, el racismo, la misoginia, la homofobia y la transfobia, y más aún cuando se suman razones de edad, sexo, procedencia y capacidades.
En ese sentido, a pesar de que el COVID-19 no afecta mayoritariamente a niñas, niños y adolescentes, las otras condiciones de vulnerabilidad que se potenciaban por la crisis sanitaria sí lo hacían. Frente al cierre de los colegios, miles de niñas, niños y adolescentes han tenido que volver a sus casas y se han visto obligados a asistir a clases de forma virtual, sin la capacidad tecnológica, sin poderlas llevar adecuadamente, perdiendo o aprovechando limitadamente el año de estudio y retrasando sus anhelos de movilización social a través de la educación. Otros miles han visto sus economías familiares destruidas y la sostenibilidad alimentaria de sus miembros en riesgo, obligados a endeudarse, mudarse o migrar acompañando a sus padres de regreso a sus lugares de procedencia originales, caminando miles de kilómetros para que ni el coronavirus ni la pobreza los atrape. Otras más han tenido que vivir con sus agresores en casa, sometidas a violencias físicas, psicológicas y sexuales, y a las consecuencias de estas: embarazos y maternidades forzadas, con poca capacidad del gobierno para prevenir y detener lo que estaban viviendo, o insertas en las rutas de la trata, explotación sexual y laborar que las atrapan con falsas ilusiones de prosperidad.
La pandemia ha causado una crisis global, sanitaria, social, cultural y económica sin precedentes, y las medidas que ha tomado el gobierno para contener el virus han terminado desacelerando la economía y desencadenando desempleo, cierre de escuelas, familias separadas o distanciadas, migración interna, encierros con riesgos de violencia, desatención en salud de otras afectaciones y pérdidas de vidas humanas sin posibilidad de despedidas, rompiendo con el lazo y el duelo al que tradicionalmente estábamos acostumbrados, entre otras situaciones que generan alta incertidumbre y preocupación en la población.
Frente a esta situación, desde que el gobierno anunció la emisión de un decreto de urgencia que dispuso la cuarentena obligatoria, el distanciamiento social —que hemos asumido como distanciamiento físico— y el estado de emergencia en el país por la emergencia sanitaria, en marzo de este año, Terre des Hommes Suisse y sus copartes locales en Cusco: Centro Yanapanakusun, Asociación Civil Intirunakunaqwasin, Movimiento Amhauta, en Madre de Dios: Cooperativa Agraria Agrobosque, y en Lima con intervención directa mediante el proyecto EDUSO: Educación para el Desarrollo Sostenible, hemos realizado múltiples acciones para enfrentar las consecuencias de la pandemia en la vida de niñas, niños y adolescentes, con la participación constante de ellas y ellos, recogiendo sus conocimientos, experiencias, sugerencias y planes de mejora de la problemática que los rodea —porque sabemos que escucharlos es la mejor manera de resolver sus necesidades y urgencias— y luchando con el adultocentrismo que afecta a las iniciativas de niñas, niños y adolescentes..
A través de nuestros ejes de intervención, hemos buscado mejorar las respuestas en educación, protección y participación de niñas, niños y adolescentes para fortalecer sus capacidades, además de iniciar una línea estratégica fundamental, que es la ayuda humanitaria por la situación que atraviesan las familias en las comunidades —pues generalmente son las condiciones materiales las que no permiten el acceso a la educación, la protección y la participación—, con el objetivo de cubrir todas las aristas de la problemática que atraviesan las niñas, niños y adolescentes.
Terre des Hommes Suisse y sus copartes locales han centrado su quehacer en la defensa y promoción de los derechos humanos y en la construcción de una sociedad más justa y solidaria con poblaciones como la niñez, adolescencia y mujeres, atravesadas por las desigualdades estructurales. Es por ello que nos encontramos trabajando en siete provincias y en dieciocho distritos de zonas rurales amazónicas, altoandinas y en zonas periurbanas pobres, específicamente en cuatro provincias de Cusco (Paucartambo, Cusco, La Convención, Quispicanchis), una de Madre de Dios (Tambopata) y dos de Lima y Callao.
Durante este tiempo de crisis por la pandemia, hemos alcanzado a más de 10 000 niñas, niños y adolescentes —labor que presenta grandes desafíos que afrontar dado el contexto que enfrenta el país—, manteniendo nuestro firme compromiso de continuar con la defensa y promoción de los derechos de los niñas, niños y adolescentes desde sus propias voces y contribuyendo a que puedan ejercer plenamente su ciudadanía.
Lizeth Vergaray
Coordinadora Nacional
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