Señala como el hombre al que ella denomina “hombre bisagra” restaura los mandatos de masculinidad que recibe de la interacción en los bares. Explotado en condiciones inhumanas, encuentra en el bar – donde se explota a las adolescentes y mujeres jóvenes- el espacio para poner en vitrina su “éxito” : ejercer violencia sobre el cuerpo de las mujeres.
ALERTA, la trata está a la vuelta de la esquina. La captación se camuflan en anuncios de empleo donde se recluta a señoritas para trabajar en bares, tiendas o restaurantes en campamentos mineros.
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