Madre de Dios: la ruta del oro entre el cielo y el infierno de Carmen Barrantes y Gonzalo Escalante

Estudio de la trata de adolescentes con fines de explotación sexual:

“Porque las queremos vivas y libres, cumpliendo sus sueños” es el lema del Programa Global de Lucha contra la Trata que Terre des Hommes Suisse impulsa en el Perú. Cuando me convocaron para investigar la situación de las víctimas adolescentes en Madre de Dios, tenía en mi imaginario lo mismo que muchos peruanos: la imagen de una víctima secuestrada, encadenada, encerrada e incomunicada por sus captores. Pues bien, la realidad es otra.

“La trata de personas que está oculta en Madre de Dios a nadie le molesta. Se sabe que existe, pero nadie la conoce en realidad”, señala la investigadora Carmen Barrantes, consultora en el Perú de la organización mundial por los derechos de los niños Terre Des Hommes, para el Programa Global de lucha contra la Trata y la Explotación Infantil.

La explotación sexual de aproximadamente 4 mil 500 personas -entre las que más del 50% son menores de edad- entró al debate público después de que el Presidente de la Corte Suprema de Justicia del Perú, Javier Villa Stein, exculpó a una mujer que explotaba a una adolescente de 15 años, aludiendo de que no habían pruebas que indicaran de que esta había sido obligada.

La sentencia volvió a poner en el centro de las críticas a Villa Stein. Sin embargo, para Barrantes, la decisión judicial fue el ejemplo de las raíces en las que se naturaliza la trata de personas: discriminación, desconocimiento, machismo.

En agosto del año pasado, junto con el sociólogo Gonzalo Escalante, Barrantes presentó el estudio Entre el cielo y el infierno, en el que se demuestra que, además de desconocida, la trata de personas es un problema de una complejidad abrumadora. En septiembre de este año, presentó también la exposición fotográfica Los condenados de la tierra, de la que presentamos algunas de la imágenes.

La gran mayoría de ellas no son conscientes de la situación de vulnerabilidad en que viven ni ven a los o las tratantes como delincuentes que atentan contra su libertad y ponen en riesgo su salud física y emocional. Ellas, por lo general, ven en su situación de explotación la oportunidad para ganar algo de dinero para solventar sus necesidades, e incluso apoyar a sus familiar. Es que se trata de niñas y adolescentes que provienen de las familias más excluidas entre las excluidas y que en sus zonas de origen solo encuentran oportunidades laborales en condiciones de precariedad y explotación.

Los operadores de la trata son conscientes de ello y hacen uso de la sutileza y la empatía. Si bien recurren a la coerción, también les ofrecen la posibilidad de acceder a un mundo de satisfacciones materiales antes desconocido o anhelado, inalcanzable al fin.

No se trata de niñas o adolescentes que esperaran ser rescatadas. Por el contrario, el rescate suele ser para ellas un acto tan violento como temido, y su posterior internamiento en los centros de atención residencial, sinónimo de prisión y castigo.

Y es que, contraviniendo sus derechos, ellas son internadas sin ser consultadas, partiendo de la creencia de que mantenerlas alejadas del espacio público es la mejor forma de protegerlas.

Protegidas o revictimizadas es el cumplimiento de una promesa hecha a dieciocho adolescentes víctimas de trata que han residido o permanecen aún en Centros de Atención Residencial de Cusco y Madre de Dios. A través de estas páginas se evidencian las limitaciones de un sistema de protección que está muy lejos de asegurar la recuperación de las niñas y adolescentes víctimas de la trata.

Y es que el sistema, lejos de promover recuperación y ejercicio de derechos, lo que hace es estigmatizarlas, privarlas de su libertad, condicionarles la satisfacción de sus necesidades básicas -como la alimentación o la comunicación con sus familias- a una conducta sumisa y obediente.

Con este documento esperamos contribuir a que los diversos poderes del Estado tomen conciencia de lo pernicioso de este sistema de castigo y encierro y la urgencia de una reingeniería de este sistema de protección.

Es imperativo dejar de concebir a las víctimas como pasivas, impuras, ignorantes y sin proyecto de vida. Como sugieren las nuevas teorías de recuperación de las víctimas de violencia sexual y trata de personas, las buenas prácticas institucionales deben incluir a las víctimas, deben hacer de ellas las protagonistas de su salida definitiva del mundo de la trata y su posterior reinserción social. Para ello, se requiere romper la lógica paternalista centrada en la autoridad del adulto y promover el ejercicio del derecho a opinar que la Convención sobre los Derechos del Niño les reconoce. Solo así se asegurará la restitución de derechos de estas niñas y adolescentes; solo así tendrán la oportunidad de desarrollar las capacidades y habilidades que requieren para reinsertarse en la sociedad y en el mercado laboral en condiciones favorables y dignas.

De no llevar adelante esta reingeniería, el propio Estado estará dejando vacío de contenido el acto de rescate. Nos quedaríamos con una intervención forzada en la vida de las víctimas a través de una serie de actividades programadas desde un imaginario ajeno a sus necesidades y expectativas y que no cumplen con el gran objetivo de volverlas ciudadanas plenas y autónomas, tal como establecen la legislación y los protocolos nacionales y los acuerdos internacionales. Correremos el riesgo latente de que muchas de estas adolescentes terminen retornando al lugar de donde fueron rescatadas y, en el mediano plazo, pasen de ser víctimas de la trata a tratantes.

Agradezco a Terre des Homme Suisse por el apoyo brindado para editar y publicar el documento de trabajo Protegidas o revictimizadas.

 

Puedes descargar la publicación en el siguiente enlace:

Entre el cielo y el infierno